jueves, 20 de marzo de 2014

Último eclipse

Dos titanes se prometieron el mundo, y así lo lograron, juntos. Sin saber que hacer con el, sujetando cada uno un extremo del mundo que se ganaron luchando, ya no había más que hacer. Ella sin ningún tipo de rencor, libre de sentimientos posibles, el, aunque frío, podía llegar a sentir lo que los mortales llamaban afecto.
Ambos se dieron cuenta de que tarde o temprano se destruirían el uno al otro, simplemente, por la presencia del otro.
Con resignación, cada uno se fue a reinar un reino, ella el oscuro y ardiente reino de los muertos, donde las almas perdidas llegaban a parar, tristes y desoladas por un umbrío camino, él, en cambio, fue al reino del cielo, donde se encontraban las almas puras y corazones honestos que yacían en el reino intermedio, el de los mortales.
Pese a esto, los dos titanes se echaban de menos, aunque ella era incapaz de sentir afecto, él, tras mucho tiempo se convirtió en algo más q un compañero de viajes, sin embargo ella para el, se convirtió en una parte necesaria, ella era una pieza necesaria para que su día a día  fuese algo más que tiempo que pasaba sin más.
Los dos se hicieron una promesa, cada uno vivirá en su reino, y cada un tiempo, se escaparían de sus reinos sin que nadie lo supiese para poder verse. A día de hoy los mortales nombraron a este fenómeno como eclipse.
Tras muchos años, el amor que él sentía hacia ella se habría convertido en su condena. El día del eclipse estaba cerca, los dos estaban nerviosos por lo que iban a hacer.
Al encontrarse juntos, los dos tenían algo que decirse. El entré una tímida sonrisa dijo:
- Eres la cosa más tonta, torpe, loca, sin sentido alguno que jamás he podido ver, y aún así, me has robado el corazón, aunque solo podamos vernos una vez cada mucho tiempo, mi corazón te pertenece, si no es para ti ya no lo quiero, si no puedo sentir tu llama encendiendome el corazón, no quiero tener uno, porque si no es para ti, no será para nadie
- A lo que ella respondió:
- Lo siento, yo no puedo amar a nadie, no soy lo que necesitas, y admite que, soy una llama demasiado peligrosa y te podría quemar, y te quiero lo suficiente como para no querer hacerte daño.
- Al finalizar el eclipse cada uno se iría a su reino, pero esta vez fue diferente, fue el último eclipse, pues para bien de los dos, acordaron no volver a verse nunca, pues ella, lo acabaría matando.
Algunos años después, unos mortales se atrevieron a intentar invadir el reino del cielo, su guardián, el titán, ya no tenía ganas de pelear por nada, estaba apagado, un hombre osó entrar en los aposentos de este, y le clavó a este, un puñal en el pecho.
Él, agarrando la mano que lo apuñalaba, dijo:
- No puedes matar a lo que ya esta muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario