sábado, 22 de marzo de 2014

Payaso

En un pequeño pueblo había un payaso, un payaso capaz de arrancarle una sonrisa a quien fuera, niños, adultos, ancianos, incluso a los pájaros hacia cantar. Tenía todo un repertorio para sacar sonrisas, desde chistes y cuentos, hasta trucos de magia.
Un día llego un nuevo niño, era muy tímido y callado, no sabía como hacer amigos y no siquiera parecía importarle. Por casualidad oyó algo a sus compañeros de clase, algo acerca de ir a ver a un payaso, capaz de hacer reír a una estatua, un gran mago con poderes extraordinarios. El pequeño, escombrado por las palabras de los otros niños, también fue a ver al gran payaso.
Durante la tarde, en una pequeña plaza, ahí se encontraba, ya preparando su gran número estaba, habían unos cuantos globos, y un archivador lleno de folios de colores muy vivos. 
El payaso comenzó contando algunas gracias, continuo haciendo animales con globos para los más pequeños. Poco a poco se notaba esas sonrisas que sólo el era capaz de sacar, a todos, menos al pequeño niño nuevo. Al ver esto el payaso, se acercó a el, tenía algo en las manos, una figurilla hecha con uno de esos coloridos folios, parecía un pequeño pájaro, se agachó frente al pequeño y se lo dió añadiendo:
- Eres un chiquillo muy especial ¿lo sabias?
Como un acto de magia y sin llegar a entenderlo del todo, el niño sonrió de la forma más sincera y enérgica, de una forma de la que nunca antes había hecho.
Al acabar la actuación el chico quedó maravillado, tanto, que siguió al payaso a donde este vivía sin que se diera cuenta. Era una casa muy modesta, no lucía colores ni formas extravagantes, nada que ver con lo que representaba el payaso. La puerta no estaba cerrada, así que el niño paso al interior, se sorprendió de lo q vió, todo oscuro, ni una luz, podía ver muy poco, un par de habitaciones, una cocina con poco más q una nevera y una mesa, un salón con un pequeño sofá arraido y unas escaleras que llevaban al piso superior. El joven se aventuró a subir al piso de arriba, donde se encontraba el cuarto del payaso. Subió intentando no hacer ruido, ya que no se sentía cómodo entre tanta oscuridad y prefería ir con cuidado.
No podía creer lo que tenía delante al pasar a la habitación donde se encontraba su nuevo ídolo. Vió al payaso sentado en su cama, con las manos en la cara y entre sollozos. El pequeño asustado, se acercó a el y le apartó las manos y encontró su cara llena de lágrimas. 
No podía creer lo que veía, ¿cómo alguien capaz de sacarle una sonrisa a todo un pueblo podría estar así? No cabía en su pequeña mente, así que le preguntó.
- ¿Por qué está así señor?
A lo que le respondió
- Porque nadie se preocupa por lo que sienta el payaso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario