jueves, 10 de abril de 2014

Elementales

El fuego lo quema todo, no deja más que un rastro de destrucción a su paso. ¿Cómo controlar algo que no se puede parar? Simplemente se extiende y lo derrite todo. El elemental de fuego era el mayor problema de los hombres sin duda, pues, por mera diversión, arrasaba pueblos enteros, destruía todo a su paso y no volvían a crecer cultivos por los campos que pisaba, le apasionaba la destrucción. Tras su última cechoria, se encontraba cansado y fue al bosque a relajarse. Siguió andando, adentrando se en la profunda arboleda, hasta que llego a un lago, un precioso lago azul que reflejaba la blanca luz de luna en sus aguas. El elemental se quedo asombrado por tal belleza, nunca había visto nada igual, se acercó a la orilla maravillado, sin apartar la vista del agua, se arrodilló y se dispuso a tocar el líquido. Rápidamente sacó la mano, pues notó como sus dedos, hasta ahora ardientes, se apagaban y transformaban en humo. El todopoderoso fuego, capaz de arrasar todo a su paso, se transformaban en simple vapor inerte. Pero más asombrado quedó cuando vió lo que salía del lago, una mano, una delicada mano, tenía pinta de ser un ser delicado, casi frágil. Del agua salió otro elemental, era uno distinto a el, su cuerpo estaba compuesto por el agua del lago, era preciosa, la luna brillaba en ella más que el mismo lago. Los dos estaban asombrados, hacia mucho que no veían a otro elemental y mucho menos de otra especie, no podían apartar su mirada, a el le asombraba aquello tan bello que se le presentaba, y a ella la forma tan radiante en la que brillaba, esa fuerza. Ambos acercaron sus manos comprendiendo que de alguna forma, querían estar juntos. Cuando se rozaron, notaron un intenso dolor que se desvanecía en el humo que dejaban, apartaron las manos sorprendidos, sentían algo que nunca habían sentido, necesitaban estar juntos, pero no podían ni tocarse. Se quedaron mirándose el uno al otro un rato, coltenplandose entre sí, maravillados, hasta que ella decidió decir algo:
- Yo soy agua y tu fuego, por mucho que queramos estar juntos, nunca podríamos estar juntos, nos acabaríamos destruyendo el uno al otro.
Después de esto se fué, los dos se fueron, el nunca volvió a destruir nada, se sintió tan vacío desde entonces que simplemente ya no tenía ganas de seguir, y ella volvió al lago para no salir, ya no merecería la pena volver al exterior

No hay comentarios:

Publicar un comentario